Abraham

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Abraham entertaining the three angels (Gen. 18:9-15), Jan Victors (1640s)

patriarca hebreo y progenitor de las doce tribus de Israel (c. 2100-1700 A.C.), una encarnación del maestro ascendido El Morya. Judíos, cristianos y musulmanes concuerdan en que, en la historia, fue el primero que adoró al único Dios verdadero. En la narración bíblica de su vida, originalmente se hace referencia a él como Abram (que quiere decir “el padre, o mi padre, es exaltado”) y más tarde Dios lo llama Abraham. Tradicionalmente se tomaba con el signifi cado de “padre de una multitud de naciones”, según Génesis 17:5, pero ahora se cree que Abraham es una variante dialéctica de Abram.

Evidencia histórica

En otro tiempo los estudiosos asumían en general que Abraham fue un ser mítico o bien un simple semita nómada o seminómada, y que la narración bíblica de su vida no podía leerse estrictamente como una biografía puesto que había sido escrita más de mil años después de que hubieran tenido lugar los sucesos descritos. Muchos estudiosos liberales de la Bilblia, como escribió Richard N. Ostling en la revista Time, consideraban a Abraham “no como una fi gura histórica, sino como a una especie de rey Arturo semita”[1].

Sin embargo, a partir de la primera Guerra Mundial, los descubrimientos arqueológicos realizados en las ciudades de Ebla y Mari, ciudades que existieron en el segundo a tercer milenios ante de Jesucristo, han revelado que antes y durante los tiempos de Abraham existió una sofi sticada cultura literaria y urbana. Esto ha obligado a los estudiosos no sólo a reevaluar la tradicional imagen mítica o pastoral del patriarca, sino también a reconsiderar seriamente el Viejo Testamento como documento histórico.

El relato bíblico

Vida temprana

La Biblia primero describe a Abraham y a su familia como ciudadanos de la gran ciudad de Ur de los caldeos, fl oreciente centro cultural, político y económico perteneciente a la avanzada civilización sumeria en lo que a cultura o tecnología se refi ere. Sir Charles Leonard Woolley, jefe del equipo británico-norteamericano de arqueólogos que realizaron las excavaciones en Ur poco después de la primera Guerra Mundial, escribió: “Debemos revisar considerablemente nuestras ideas sobre el patriarca hebreo ahora que sabemos que sus primeros años transcurrieron en un medio tan sofi sticado; ciudadano de una gran ciudad, heredó las tradiciones de una civilización antigua y muy organizada”[2].

El historiador Josefo, del siglo 1, parece indicar que Abraham era un hombre de noble nacimiento y poder militar. Citando fuentes más antiguas, Josefo escribió: “Abraham, siendo extranjero, reinó en Damasco, adonde llegó junto con un ejército procedente de una tierra más allá de Babilonia, llamada la tierra de los caldeos. Pero después de largo tiempo se fue de ese país también junto con su pueblo, y se fue a la tierra entonces llamada de Canaán, pero que ahora es la tierra de Judea”[3].

Además, las pruebas arqueológicas han arrojado que Canaán no estaba poblada por seminómadas sino que era un país formado por reinos-ciudades culturalmente avanzados. William F. Albrigth, eminente arqueólogo bíblico, ha propuesto la teoría de que Abraham vivió hacia 1800 A.C. y que “era un caravanero y comerciante acaudalado cuyas relaciones con los príncipes nativos y las comunidades se fi jaban por contratos y tratados (pactos)”[4]. Otros han descrito al patriarca como el carismático jefe de un clan de pastores, granjeros y guerreros. Zecharia Sitchin afi rma que Abraham era un noble sumerio que nació en 2123 A.C., descendiente de una familia de sacerdotes de sangre real y poseyente de una gran familia y un ejército privado.[5]

El libro del Génesis, de hecho, describe a Abraham como un “poderoso príncipe” de la nación[6] -poderoso caudillo que trata con reyes, realiza alianzas militares y negocia la compra de tierras. Ama la paz, es diestro en la guerra y magnánimo en la victoria. Personifi ca los ideales de justicia, rectitud, integridad y hospitalidad; se le describe también como profeta e intercesor ante Dios. Pero, lo que es más importante, Abraham es el prototipo del hombre que cree fi rmemente en las repetidas promesas del SEÑOR de que será “padre de muchas naciones”[7] -aun cuando las circunstancias externas parezcan indicar lo contrario.

Call to the Promised Land

Abraham with his followers and flocks
Abraham’s Journey from Ur to Canaan, József Molnár (1850)

El Génesis nos dice que Abraham, junto con su padre y su familia, dejaron Ur para ir a vivir a unos 1.000 km de ahí, en Harán, importante centro comercial del noroeste de Mesopotamia en el Creciente Fértil (donde ahora se encuentra Siria). Aunque la Biblia guarda silencio sobre los primeros años de Abraham, según la tradición oral judaica emprendió una batalla en forma para ganar conversos al monoteísmo y se dice que destruyó a los ídolos de su padre, Terah, fabricante de ídolos que, según dice el Libro de Josué, “servía a otros dioses”.[8]

La Biblia dice que cuando Abraham tenía 75 años y su padre había muerto, el SEÑOR lo llamó para que abandonara todo -su parentela y la casa de su padre, la cultura y los cultos de Mesopotamia- y viajara a “un país que te mostraré”. El SEÑOR prometió: “Haré de ti una nación grande. y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”[9].

Abraham salió de Ur junto con su esposa Sarai (cuyo nombre Dios cambiaría más tarde por el de Sara), su sobrino Lot, “y toda su hacienda que había ganado y las almas que habían adquirido en Harán”[10]. Cuando llegaron a la tierra de Canaán, el SEÑOR se le apareció a Abraham y nuevamente prometió: “A tu simiente daré esta tierra”. Y está escrito que allí Abraham edifi có un altar a jehová “e invocó el nombre del SEÑOR”.[11]

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Abraham meeting Melchizedek, mosaic in St. Mark’s Basilica, Venice (13th century)

Cuando una severa hambruna se abatió sobre el país, Abraham se desplazó hacia el sur, a Egipto. Temeroso de que los egipcios lo mataran, siendo su esposa una mujer tan hermosa, Abraham presentó a Sara como su hermana y permitió que el faraón la llevara a su casa. Por ello, el SEÑOR hirió al faraón y su casa con grandes plagas. Cuando el gobernante egipcio se enteró de la verdad, rápidamente despidió a Abraham y a Sara, con todo y sirvientes, ganado y todas las riquezas adquiridas por Abraham en Egipto.

De regreso en Canaán, los pastores de Lot y de Abraham empezaron a tener disputas unos con otros y se separaron. Abraham generosamente le ofreció a Lot elegir primero su territorio. Lot se estableció en la llanura fértil del Jordán, hasta Sodoma, mientras que Abraham se asentó en las tierras, aparentemente menos deseables, de Canaán, en Hebrón. Habiendo partido Lot, el SEÑOR le dijo a Abraham que le daría al patriarca y a su simiente todas las tierras que pudiera ver: al Norte, al Sur, al Este y al Oeste. Y aunque Abraham todavía no tenía hijos, el SEÑOR afi rmó que su simiente sería innumerable como “el polvo de la tierra”.[12]

Tras eso, Abraham -llenando plenamente su papel de líder militar- armó a 318 de sus propios “criados entrenados” y se unió a otros caudillos del país para vencer a la poderosa coalición de reyes y rescatar a Lot, que había sido capturado. De regreso de esta victoria, Abraham fue bendecido por Melquisedec, rey de Salem ( Jerusalén) y sacerdote de Dios el Altísimo (El Elyon), quien “sacó pan y vino” y a quien Abraham dio el diezmo (la décima parte del botín). Abraham regresó a todos los cautivos y los bienes que habían sido saqueados al rey de Sodoma y rechazó la oferta del rey de participar de los bienes[13].

Birth of Ishmael and Isaac

Una vez más el SEÑOR se le apareció a Abraham y dijo: “Yo soy tu escudo y tu galardón sobremanera grande”[14], asegurándole que su simiente sería innumerable como las estrellas. Pero Sara, todavía estéril después de haber transcurrido ya diez años en Canaán, propuso -siguiendo la costumbre de entonces- que Abraham procreara un hijo con su sirvienta Agar, que le dio un hijo a Abraham, Ismael.

Trece años más tarde, cuando Abraham tenía 99 años y Sara 90, el SEÑOR se le reveló al patriarca como El Shaddai, “Dios Todopoderoso”, y estableció una alianza perpetua con Abraham de ser un Dios para él y su simiente. Prometió dar a Abraham y a sus descendientes “toda la tierra de Canaán... y no se llamará tu nombre más Abram, sino que será tu nombre Abraham; porque te he hecho padre de muchas naciones”[15].

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Abraham and the Three Angels, James Tissot (c. 1900)

El SEÑOR también cambió el nombre de Sarai por el de Sara y le dijo a Abraham que ella sería “madre de naciones; reyes de pueblos serán de ella”[16]. Le reveló que Sara tendría un hijo, lsaac, “por este tiempo el año siguiente” y que Isaac, y no Ismael, sería el heredero de Abraham.

Luego, un día estando Abraham “sentado a la puerta de su tienda en el calor del día”, en el valle de Mamre, tres “hombres” le anunciaron que Sara tendría un hijo. Sara, que escuchaba, “rióse entre sí” porque había pasado la edad de tener hijos. Y el SEÑOR dijo a Abraham: “¿Por qué se ha reído Sara?... ¿Hay alguna cosa demasiado difícil para el SEÑOR?”[17]

Después de esto, el SEÑOR le confi ó a Abraham su intención de destruir las ciudades perversas de Sodoma y Gomorra. Abraham, desempeñando el papel de intercesor, obtuvo de Dios la seguridad de que Sodoma sería perdonada si se encontraran en ella diez hombres justos. Aunque la ciudad fi nalmente fue destruida, dos ángeles advirtieron a Lot sobre la inminente calamidad y escapó.

Finalmente, tal como el SEÑOR había profetizado, Sara “concibió y dio un hijo a Abraham en su vejez... y creció el niño y fue destetado: e hizo Abraham una gran fi esta”.[18]

Abraham with a knife above Isaac; an angel above him, holding his hand
The Sacrifice of Isaac, workshop of Rembrandt (1636)

Sacrifice of Isaac

Mas la prueba suprema de la fe del patriarca todavía habría de venir. Dios le ordenó que sacrifi cara a su único hijo, heredero tanto tiempo esperado, en uno de los montes de Moriah.

Tras un viaje de tres días, Abraham construyó un altar y puso a Isaac sobre la leña. Al levantar el cuchillo para matar al niño, el ángel del SEÑOR lo llamó: “No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único hijo”. Abraham sacrifi có en vez de ello a un carnero, y por última vez el SEÑOR confirmó su pacto:

Bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la orilla del mar; y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz[19].

Después de la muerte de Sara, Abraham envió a su criado más viejo a conseguir esposa para Isaac en su propia tierra, en Harán, para que Isaac no emparentara con los cananeos y no contaminara la simiente del pueblo de Dios. El criado regresó con la nieta de uno de los hermanos de Abraham, Rebeca. Abraham, a su vez, tomó otra esposa, Cetura, quien le dio seis hijos. Aunque el patriarca dio dones a sus otros hijos, “dio todo cuanto tenía a Isaac”[20].

Abraham murió a los 175 años y fue enterrado al lado de Sara, en la cueva de Macpela, que reverencian judíos, cristianos y musulmanes —cuyos orígenes se remontan a Abraham. Tras la muerte de Abraham, Dios confi rmó su pacto con Isaac: “A tu simiente daré todas estas tierras y confi rmaré el juramento que hice a Abraham tu padre... por cuanto Abraham oyó mi voz y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”[21].

“Amigo de Dios”

La relación personal de Abraham con Dios y su fe ejemplar le han ganado el título de “Amigo de Dios” en las escrituras tanto de cristianos como de musulmanes (“El Khalil”, en la lengua árabe del Corán). Como dice el apóstol Pablo en la Epístola a los Romanos, es el padre no sólo de los judíos, sino “de todos los que creen”[22].

Los musulmanes (que creen que los árabes descienden de Abraham a través de Ismael) reverencian al patriarca más que a ninguna otra fi gura de la Biblia. El siguiente pasaje del Corán está inscrito en la Puerta de Jaff a, en la antigua ciudad de Jerusalén: “No hay más Dios que Alá, y Abraham es por Él amado”.

Fuentes

El Morya, El discipulo y el sendero: Claves para la Maestría del Alma en la Era de Acuario.

  1. Time, September 21, 1981, p. 77.
  2. Leonard Woolley, Ur of the Chaldees (London: Herbert, 1982), pp. 168–69.
  3. Flavius Josephus, The Antiquities of the Jews, chapter 7.
  4. The Biblical Archaeologist, vol. 36, 1973, 1, pp. 15, 16.
  5. Zecharia Sitchin, The Wars of Gods and Men (New York: Avon Books, 1985), pp. 281–309.
  6. Gen. 23:6.
  7. Gen. 17:5.
  8. Josh. 24:2.
  9. Gen. 12:2.
  10. Gen. 12:5.
  11. Gen. 12:8.
  12. Gen. 13:16.
  13. Gen. 14:14–24.
  14. Gen. 15:1.
  15. Gen. 17:8, 5.
  16. Gen. 17:16.
  17. Gen. 18:1–14.
  18. Gen. 21:8.
  19. Gen. 22:18.
  20. Gen. 25:5.
  21. Gen. 26:3, 5.
  22. Rom. 4:11.