Así, la orden se convierte en la razón de ser de uno. Con una razón por la que existir podéis volar, podéis correr, y podéis ascender a Dios.[1]
- ↑ El Morya, “The Order of the Good Samaritan,” (La Orden del Buen Samaritano) Perlas de Sabiduría, vol. 27, núm. 52, 28 de octubre de 1984.