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El bautismo es el primer sacramento que nos llega por la acción del primer rayo. El bautismo es el origen de la misión sagrada, es la consagración del alma a la voluntad de Dios. Es el momento cuando el alma está infundida con el mantra que fue dicho por Jesús, cuando descendió a su forma en Belén: “He aquí que vengo a hacer tu voluntad, oh Dios”. [1]
Algunos tienen la idea de que un bebé pequeño no puede ser bautizado porque no es capaz de reconocer plenamente ese mantra, pero es un mantra del alma, es el mantra que resuena. Ese mantra es el compromiso que tenemos al encarnar, pues el alma es enviada por Dios a la Tierra. Cuando el alma ha descendido, el bautismo, que es la presentación en el templo, es patrocinada por los padres; ellos están con esa alma en los niveles internos compartiendo el compromiso de hacer la voluntad de Dios.
Así como Jesús se bautizó públicamente, también nosotros debemos bautizarnos en público por medio de un ministro de la Iglesia:
Un día, vino Jesús de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan se opuso diciendo: "Tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?"
Y Jesús le respondió: "Deja que así sea ahora, porque es conveniente que cumplamos toda justicia". Entonces, lo permitió.
Y Jesús, cuando fue bautizado, subió inmediatamente del agua. Y he aquí, se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y se posaba sobre él. Y hubo una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.[2]
Una iniciación a la Cristeidad
En La Apertura del Séptimo Sello, Sanat Kumara explica que el bautismo en agua corresponde a una de las etapas de iniciación de la cristeidad. Hay (1) nacimiento, (2) bautismo en agua, (3) bautismo de fuego (transfiguración) y (4) crucifixión, resurrección y ascensión.
La iniciación de la segunda fase de Cristeidad es el Bautismo de Agua (Materia) a través del Cristo de Maitreya, bajo el cargo del León en la puerta norte. Esta fase fue representada por el Señor Jesucristo cuando fue bautizado por Juan en el río Jordán. Su propósito era el de ilustrar el ritual para vosotros, amados míos; pues los Gurús vivos (hombres-Dios) Juan y Jesús no tenían necesidad de representar públicamente el ritual, excepto para cumplir la ley como ejemplo de su justo uso para sus chelas; un ejemplo que deberían seguir tanto en el espíritu como en la letra en el momento de su iniciación en el segundo evangelio de los cuatro que forman el cuadrado.
Por ello el Maestro dijo: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia». Este es el momento de la iniciación dada por Maitreya en el que la Persona del Padre entra en el templo, engrandecido por la ya equilibrada y expandida Llama Trina. La Luz de la Presencia YO SOY, como la Luz de Alfa y Omega, se derrama directamente de su chakra del corazón al estar él dedicado a su misión terrenal, mediante la paloma del Espíritu Santo. Este es el momento de mi aprobación: «Este es mi Hijo, mi amado, en quien YO SOY el que tiene complacencia».
El significado de estas palabras es revelado a los iniciados: «Este es mi Hijo [la manifestación de Luz de mi Presencia, es decir, la encarnación de mi Palabra (la extensión de mi Yo a través de la descendencia directa del Rayo Rubí)]; esta es mi amada alma Jesús [mi amado Yo en la Materia, en la Madre] en quien YO SOY EL QUE YO SOY [en quien yo habito, porque “Yo y el Hijo (Luz) uno somos”] el que tiene complacencia» [sumamente Uno].
La complacencia del Padre en el Hijo se da siempre por la ley de la congruencia. Cuando el Hijo es el cáliz perfecto para el Padre, entonces el Padre está gozoso, cómodo y consuela a la vida entera a través de la Presencia transparente del Hijo. Así, cuando el Hijo cumple su propósito de ser el cáliz digno, el cáliz es sellado en el Bautismo de Agua y la divina aprobación se pronuncia ante los consejos de las huestes del cielo y ante todos los que en la Tierra tengan oídos para oír.
Este bautismo es la señal de que el Gurú está en el chela, corporalmente. Los triángulos equiláteros de su identidad son congruentes. Esta es la primera parte del triple otorgamiento conferido en las fases segunda, tercera y cuarta.
Todo lo que ocurre entre el Bautismo de Agua (Materia) y la Transfiguración en el alto monte de la conciencia Crística en la puerta oeste realiza el segundo arquetipo de la Cristeidad personal en el Sendero del Rayo Rubí. Muchas de estas iniciaciones están ilustradas en el ministerio público del Salvador, pero no todas. Otras iniciaciones se producen única y exclusivamente en los retiros de la Hermandad. Su ministerio público es la evidencia para todos los adeptos de que él ha pasado por dichas iniciaciones, de acuerdo con el sendero predeterminado.[3]
Notas
Elizabeth Clare Prophet, 5 de diciembre de 1976.
Principios de la Iglesia Universal y Triunfante.
- ↑ Heb. 10:7, 9.
- ↑ Matt. 3:13–17.
- ↑ Elizabeth Clare Prophet, La Apertura del Séptimo Sello, capítulo 21.