El Espíritu de la Abnegación

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El Espíritu de la Abnegación es un ser cósmico procedente del Gran Sol Central. El amor divino, abnegado y espiritual es casi desconocido en nuestro planeta. La mayor parte de la humanidad exhibe un amor hacia sí misma que es egoísta. El gran Espíritu de la Abnegación explica que cuanto menos consciente se vuelve uno del yo, más se conserva a Dios. En este Espíritu está el poder omniconsumidor de la acción que transformará la identidad en Divinidad, aun conservando la individualización de la llama Divina.

San Francisco, por Cimabue (basílica inferior, Asís)

La vida de San Francisco demostró el espíritu de abnegación. En su oración «Señor, hazme un instrumento de tu paz», San Francisco deseó transmitir los aspectos del Espíritu Santo que dan consuelo, entendiendo que su Yo Divino, y no su yo inferior, era la fuente de esa paz. Él sabía que al dejar que la paz de Dios fluyera a través de él como el viento que hace crujir los árboles, se uniría al Espíritu y, por tanto, a la vida entera que proviene de él. Debido a que su oración al Espíritu Santo era totalmente abnegada, dejó una huella indeleble en la conciencia de la humanidad y la vida elemental.

El Espíritu de la Abnegación nos dice:

Soy la plenitud del Todo Único. Porque sólo en el espíritu de la abnegación se puede ser consciente de la totalidad del Ser. Porque la percepción de un yo aparte de Dios es una sombra que prevalece para separar, para impedir que la plenitud de la conciencia reúna al cosmos alrededor de la llama de la identidad…

Las desgracias, las perturbaciones y los trastornos [que vemos en el mundo] son estos ajustes planetarios que la humanidad no tendría si tan sólo entendiera el espíritu de la abnegación. No se trata de una falsa humildad; no es falso orgullo. Es una percepción de la circunferencia de Dios y del punto en su interior, el punto de contacto que es el Yo de Dios con el os identificáis totalmente. Y por tanto, no sois privados de la identidad cuando aceptáis a este espíritu, sino que recibís el retorno de la totalidad del Ser[1].

El Arcángel Miguel habló de su propio sacrificio, renuncia total y servicio sin fin y nos pidió que también nosotros nos convirtiéramos en el espíritu de la abnegación, diciéndonos que cuando lo somos,

... descubriréis la clave del valor, el honor y la valentía de mis legiones. Porque en la abnegación no hay yo que pueda vivir o morir, porque ese yo simplemente es, siempre ha sido y siempre será. Abnegación: sin el yo humano y completamente dotados del Yo Divino, amados, nunca seréis una diana en esta octava.

Así, si sacáis un dedo del pie, lo más mínimo, del círculo de vuestro servicio, benditos, preparaos. Porque ese dedito de percepción de vosotros mismos en la condición humana, finita, os volverá vulnerables. Permaneced en el círculo del infinito, amados, y sabed que es una armadura que tenéis debajo. Y un día será el estrado desde el que emanará, espontáneamente, ante la presencia de Serapis Bey, verdaderamente, la llama de la ascensión[2].

El Maha Chohán ha hablado de este gran ser:

Recibisteis el dictado del Espíritu de la Abnegación en el corazón del Gran Sol Central en esta misma ciudad. Esa individualización de la llama Divina es una concentración tal de Alfa y Omega, que esa individualidad estaba velada a vuestros ojos y a vuestra percepción, pues vosotros mismos os quedaríais atónitos al saber cuánto poder y cuánta sabiduría y cuánto amor puede contenerse en la vida del individuo que se ha convertido en el abnegado. Pero cuando sigáis este sendero, entraréis en contacto más y más con aquel que vive en el Sol detrás de sol de vuestro ser, una gran conciencia cósmica[3].

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “El Espíritu de la Abnegación”.

  1. El Espíritu de la Abnegación, “From Out the Great Central Sun Magnet (Procedente del Imán del Gran Sol Central)”, 14 de octubre de 1974.
  2. El Arcángel Miguel y la Diosa de la Libertad, “I Have a Plan (Tengo un plan)”, Perlas de Sabiduría, vol. 30, núm. 26, 28 de junio de 1987.
  3. El Maha Chohán, “A Flame of Selflessness to Keep (Una llama de la abnegación que guardar)”, 15 de abril de 1976.