Templo de la Buena Voluntad
El Templo de la Buena Voluntad es el retiro etérico del maestro El Morya. Se encuentra en el reino etérico, a las faldas de los Himalayas, por encima de la ciudad de Darjeeling, en la India. Corrientes magníficas y radiantes de luz se vierten desde su retiro, que también tiene un foco físico en las colinas que rodean la ciudad.
Definición
blanco resplandeciente, de arquitectura morisca, cuadrado, con minaretes en las cuatro esquinas y un domo central grande en forma de llama. Las paredes son tan gruesas como un castillo medieval. Las aperturas también son en forma de llama o de domo, delicadamente coloreadas de un pálido azul como lo están las entradas, las aperturas sobre los minaretes y las tallas que marcan las divisiones de los cuatro pisos del retiro.
Al entrar en esta sede central del gobierno del mundo interior, en el primer piso se nos muestra el auditorio principal. Al fondo está el foco del corazón diamantino, al que atienden los devas y los Hermanos del Corazón Diamantino. En un altar elevado hay un diamante azul pálido con una delicada llama azul, que abarca la llama blanca, visible en el centro del diamante.
Los Hermanos del Corazón Diamantino que prestan servicio en este retiro bajo el maestro El Morya ayudan en los empeños de la humanidad organizando, desarrollando, dirigiendo e implementando la voluntad de Dios como la base para todos los movimientos organizativos exitosos. Dentro de este auditorio principal y en las salas de consejo adjuntas, los hermanos, con sus túnicas azul real de diseño oriental, terminadas con fajas azul claro, se reúnen para hablar de los planes de la Hermandad para la entrega más eficaz de la voluntad de Dios en el campo de la acción. Su gran amor por la voluntad de Dios desprende el sentimiento de gran compasión por los hombres y un interés por su bienestar, para que no se desvíen al intentar de buena fe llevar a cabo los votos que hicieron en los niveles internos para hacer avanzar el plan divino y la marea que progresa de la voluntad del Padre para la era de oro venidera.
La mente de Dios de brillo diamantino es el foco, el corazón de cualquier empeño. Así, estos siervos de la voluntad de Dios, mediante su devoción al diamante en el Gran Eje y su foco en el altar de Darjeeling, ayudan a los Santos Seres Crísticos de cualquier grupo que se reúna para prestar servicio en el mantenimiento del foco de ese diamante como un imán que atraerá al grupo las energías necesarias para terminar un proyecto en particular o servicio comunitario. Estos hermanos dirigen a los ángeles ministrantes de la llama, los devas y los ángeles del fuego blanco y el relámpago azul a que vayan con la esencia creativa del fuego sagrado concentrada en el retiro para llevarla diariamente a los muchos centros de acción sobre la faz de la Tierra.
En salas adjuntas al auditorio principal, funcionarios públicos, líderes del mundo y de la comunidad y aquellos que ocupan cargos públicos, son instruidos entre encarnaciones y en sus cuerpos sutiles cuando duermen. Todas las corrientes de vida del primer rayo van allí en un momento u otro de su encarnación, así como entre encarnaciones, para renovar la carga del impulso de El Morya por un propósito en el mundo de la forma y para refrescar su comprensión sobre las complejidades de la voluntad de Dios en la política, la religión, los negocios, las finanzas y la enseñanza.
Segundo piso
En el segundo piso se nos muestran las habitaciones privadas de nuestro amado maestro, bibliotecas y salas de reunión formales para miembros del Consejo de Darjeeling. Otra gran sala está completamente preparada para acoger a varios centenares de maestros ascendidos y no ascendidos, que frecuentemente se reúnen para hablar de problemas internacionales y el medio de resolverlos.
Tercer piso
Somos llevados al tercer piso, donde observamos más tallas complejas en diseños indios y tibetanos grabados en mármol blanco. El tema del loto azul se repite por las salas, mientras que en el interior de las habitaciones del maestro vemos su flor favorita, la nomeolvides, en grupos aquí y allá. Nos enteramos de que estas tallas se pueden cambiar a voluntad, puesto que son grabados de la mente de brillo diamantino de Dios, que los hermanos de este retiro reflejan en un grado notable y que utilizan como una función de la mente Crística y su capacidad para precipitar y para curar a voluntad.
Al acercarnos a este piso, nuestro corazón está expectante y se ve acelerado por las pulsaciones del foco de la voluntad de Dios. Nuestro anfitrión abre las puertas de la sala de la llama y nos invita a entrar. Chispeantes paredes blancas contrastan el azul real del suelo y el techo. La llama de la voluntad de Dios está adornada en el centro de la sala por un diseño taraceado, un patrón cósmico en mosaico, un foco de la geometría divina. La llama tiene un centro azul real con tonos más oscuros y más claros que fluyen hacia el exterior como facetas de la voluntad de Dios.
El tercer y cuarto piso del retiro tienen muchas salas de oración y meditación, donde se lleva a cabo el culto e incluso se celebran ceremonias especiales sobre el tejado, bajo las estrellas, donde también hay un observatorio astronómico.
The sternness of Morya
Hay grandes lecciones que aprender en el sendero de iniciación, que comienzan incluso en la misma puerta del retiro de Morya en Darjeeling. Morya es un gurú muy severo y tiene un curioso sentido del humor. A la entrada de este retiro tiene a un chela muy tosco. Este guardián de la entrada en absoluto tiene la apariencia de la maestría, ni siquiera de merecer estar ante la entrada del retiro del maestro. Habla bruscamente y no está vestido con el mejor atuendo. Si los que llaman a la puerta del retiro sienten desdén por el guardián, entonces el maestro determina que no merecen ser recibidos en su retiro.
El propio maestro habla del tema de su aparente severidad y de su gran amor hacia nosotros:
For a long period of time individuals have intimated to mankind that I, Morya El, am extremely stern. This may be true, in a sense, that I am stern because the first ray in itself represents the will of God. And I ask you, beloved hearts, if I, as the chohan of the first ray, am to flinch from the will of God, then where is the foundation and basis for all that is to follow?
But I tell you that my love is as real and tangible as any of the other chohans of the rays, and they will be the first to witness to its reality and tangibility. If you contact any other master of light, whether you are sleeping or awake in your finer bodies, they will verify the great love. But I know, my chelas, it is not necessary that you ask, for you know, who know the light, that I love you. You know that I have stood beside you when you needed me. And you know that I will continue to do so as long as you revere in your hearts and minds the will of God, even when sometimes you seem to fall short of it.
However, I do not condone falling short of the will of God. I hope that the day will soon come when every one of you will be so firm that nothing can break you or shake you or change you. I await that day. I await the day when you are ready to give your all to the light as we have done.[1]
Welcome to Darjeeling
Morya opens his doors constantly to different lifestreams who desire to come closer to the will of God. He invites you to his retreat where he and the Brothers of the Diamond Heart open their arms and say, “Come to our fireside, warm yourselves upon the sacred fires, partake of our holy communion.”
Morya says:
Gracious ones, as I gaze upon the minarets here at Darjeeling, as I see the gleaming white marble so unlike and yet like the Taj Mahal, as I see our art treasures resplendent in hope of the will of God, how I would share with you some glimpse of all that herein remains as a monumental achievement to the Temple of Good Will. How I would share with you the soft carpets of our retreat. How I would share with you the musical tinkle of our fountain. How I would share with you the pleasant hours by the fireside, contemplating the immortal purpose.
How I would share with you myself and all that God has wrought through me. How I would share with you the love of the shining faces round about our council table. How I would share with you the deliberations of our council. How I would share with you the communion of saints and the communion with heaven. How I would share with you the mighty pillar of good will, the great blue flame that pulsates upon our altar. How I would share with you every gift of good will, this season and eternally.[2]
See also
For a description of the Cosmic Mirror at this retreat, see Cosmic Mirror.
Sources
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Masters and Their Retreats, s.v. “Temple of Good Will.”