Ascensión

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Elías es llevado en una carroza de fuego, Giuseppe Angeli

Ritual por medio del cual el alma se vuelve a unir con el Espíritu del Dios Vivo, la Presencia YO SOY. La ascensión es la culminación de la permanencia victoriosa en Dios del alma en el tiempo y el espacio. Es la recompensa del justo, el regalo de Dios tras el juicio final ante el gran trono blanco, en el cual todo hombre es juzgado según sus obras.[1]

Enoc, de quien se dice que "caminó con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios"[2], pasó por la ascensión; también Elías, quien subió al cielo en un torbellino;[3] y Jesús, aun cuando su ascensión no tuvo lugar en la ocasión en que las escrituras dicen que en una nube fue llevado al cielo.[4] El maestro ascendido El Morya ha revelado que Jesús hizo la ascensión desde Shamballa, después de hacer su transición en Cachemira a los 81 años, en el año 77 D.C.

La reunión con Dios en la ascensión, esto es, el fin de las rondas de karma y renacimiento y el regreso a la gloria del SEÑOR, es la meta de la vida para los hijos e hijas de Dios. Jesús dijo: "Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre".[5]En virtud de la salvación (salvation), la ‘autoelevación’ (Self-elevation), la elevación consciente del Hijo de Dios dentro de su templo, el alma se pone el vestido de boda para desempeñar el cargo del Hijo —son— (Sun — Sol— o Luz —Light—) de la manifestación (man: hombre). Por su gracia, Jesús hace que el alma sea merecedora de llevar su cruz y su corona. Siguiendo el sendero iniciático de Jesús, asciende el alma a través del Yo Crístico a su Señor, la Presencia YO SOY, de la que descendió.

La ascensión física

Los maestros ascendidos enseñan que no es necesario la elevación del cuerpo físico para ascender. La propia alma puede remontar el vuelo desde la espiral mortal y ser trasladada mediante el proceso de la ascensión, mientras que los restos físicos pueden ser enviados al fuego sagrado a través del ritual de cremación. Aunque hay casos notables de una ascensión física en las escrituras (Enoc y Elías), la ascensión física, requiere del equilibrio de entre el 95 y el 100 por cien del karma; mientras que a través de la dispensación de la era de Acuario la Gran Ley exige el 51 por ciento de equilibrio del karma, permitiendo así que el alma equilibre el 49 por ciento restante después de la ascensión. En este caso, el proceso de la ascensión casi nunca es físico, pero es igual de real y puede ser observado por el clarividente o aquellos atrapados en la percepción extrasensorial del Espíritu Santo.

Cuando tiene lugar una ascensión física, el cuerpo físico es transformado por el cuerpo de luz de maestro ascendido, que lo suplanta. Durante el ritual de la ascensión, el alma queda permanentemente vestida con este cuerpo, también llamado el "vestido de bodas" o el cuerpo solar inmortal. Serapis Bey describe el proceso de la ascensión en su libro Dossier on the Ascension (Actas de la ascensión).

La llama de arriba (en el corazón de la Presencia) magnetiza la llama de abajo (la llama trina en el corazón) y el vestido de bodas desciende alrededor del cordón cristalino para envolver a la corriente de vida de la persona en esas corrientes tangibles y de esencia vital de la ascensión. Entonces tienen lugar enormes cambios en la forma de abajo, y los cuatro cuerpos inferiores del hombre son limpiados de todas las impurezas. La forma física se vuelve más y más ligera, y con la ligereza del helio el cuerpo comienza a elevarse en la atmósfera, habiéndose soltado el tirón gravitacional y estando la forma envuelta por la luz de la gloria exteriorizada que el hombre conoció con el Padre “en el principio”… La persona asciende, pues, no en un cuerpo terrenal, sino en un cuerpo espiritual glorificado en el cual es transformada la forma física en el instante de inmersión total en la gran llama Divina. [6]

En un dictado dado el 2 de octubre de 1989, el maestro ascendido Rex nos dijo que aquellos que los que están llamados a realizar la ascensión física deben haber tenido muchos miles de años de preparación. Hoy día la mayoría de la gente cuya alma está cualificada para el ritual de la ascensión, asciende desde los niveles internos después de que el alma ha abandonado el cuerpo físico. El alma logra la unión con la poderosa Presencia YO SOY para convertirse en un átomo permanente en el cuerpo de Dios, igual que en la ascensión física.

Requisitos para la ascensión

La pureza, la disciplina y el amor son requisitos para la ascensión, porque en estas virtudes se cumple la Ley: pureza de consagración, de corazón, de mente y alma; disciplina de motivo y deseo; pensamientos, sentimientos y acciones transparentes, que brillan en la corriente cristalina de la conciencia que fluye de regreso a su Fuente.

La pureza es la disciplina de dirigir todas las energías en acción amorosa. La pureza sigue todo el camino con Cristo. Está ministrando a los pobres en espíritu. Es curar a los enfermos y resucitar a los muertos. Se somete a las pruebas del Gran Iniciador. Se entrega totalmente y reza sin cesar.

Ser puro en la disciplina de la Ley es “amar al Señor tu Dios” con todo tu ser, “amar a tu prójimo” como alguien en quien vive el Ser Crístico y amar al Cristo en cada ser ascendido con suficiente devoción para que uno pueda dejar atrás las cosas del mundo y decir: "¿Qué a ti? ¡Sígueme tú!"[7]

El ritual de la ascensión es la meta para todos los que entienden su razón de ser. Esta iniciación puede y le llegará a cualquiera, incluso a un niño pequeño, cuando esté listo:

  • cuando haya equilibrado su llama trina
  • cuando sus cuatro cuerpos inferiores estén alineados y funcionen como cálices puros para la llama del Espíritu Santo en el mundo de la forma
  • cuando se ha logrado un equilibrio en la maestría de todos los rayos
  • cuando ha alcanzado la maestría sobre el pecado, la enfermedad y la muerte y sobre todas las condiciones externas
  • cuando ha cumplido su plan divino a través del servicio prestado a Dios y al hombre
  • cuando ha equilibrado al menos el 51 por ciento de su karma (es decir, cuando el 51 por ciento de la energía que se le ha dado en todas sus encarnaciones se ha calificado constructivamente o se ha transmutado)
  • y cuando su corazón es justo hacia Dios y hacia el hombre y aspira a elevarse a la luz que nunca falla de la Presencia eternamente ascendente de Dios.

El proceso de la ascensión también implica pasar las iniciaciones dadas en Luxor:

Originalmente, se requería el equilibrio completo del karma personal antes de que un hombre pudiera regresar al corazón de Dios. Cada jota y tilde de la Ley tenía que cumplirse; cada ergio de energía que había calificado mal en todas sus encarnaciones tenía que purificarse antes de que pudiera ascender. La perfección era el requisito de la ley.

Ahora, sin embargo (gracias a la misericordia de Dios distribuida por los Señores del Karma), la antigua ley que estaba oculta se ha hecho a un lado. Y aquellos que solo han equilibrado el 51 por ciento de sus deudas con la vida pueden, por decreto divino, recibir la gran bendición de la ascensión. Esto no significa que el hombre pueda escapar de las consecuencias de sus actos, ni implica que a través de la ascensión pueda evadir cualquier responsabilidad incumplida. Sin embargo, esta dispensación le permite al hombre obtener la libertad y la perfección del estado ascendido más rápidamente para que desde ese plano de conciencia pueda equilibrar todas las deudas restantes con la vida.

Entonces, cuando la Gran Ley se haya cumplido y el 100 por ciento de las energías asignadas a él desde que salió del corazón de Dios hayan sido calificadas con perfección, puede continuar por el camino de la aventura cósmica y el servicio en la reunión eternamente perfecta del hombre con Dios.

Para más información

Serapis Bey, Actas de la ascensión.

Véase también

Lista de maestros ascendidos, seres cósmicos y ángeles.

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Saint Germain Sobre Alquimia: Fórmulas para la autotransformation.

Perlas de Sabiduría, vol. 25, núm. 54, 30 de diciembre de 1982.

Perlas de Sabiduría, vol. 35, núm. 34, 23 de agosto de 1992.

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y el sendero espiritual, págs. 93-94.

  1. Apocalipsis 10:13; 20:12, 13
  2. Génesis 5:24; Hebreos 11:5
  3. 2 Reyes 2:11
  4. Lucas 24:50, 51; Hechos 1:9-11.
  5. Juan 3:13.
  6. Serapis Bey, Actas de la ascensión, pp. 157–59, 175–77.
  7. Mateo 22:37-39; Juan 21:22.