Nicolás Roerich

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Nicolás Roerich

Nicolás Roerich fue un artista, arqueólogo, escritor, erudito, conferencista, diseñador de vestuarios y escenario, poeta, místico y explorador mundialmente conocido. Él y su esposa, Helena Roerich, prestaron servicio a principios del siglo XX como amanuenses de los maestros ascendidos El Morya y Maitreya. Nicolás ascendió al final de esa vida.

Vida temprana

Nació en San Petersburgo el 9 de octubre de 1874, como primer hijo de Konstantin y María Roerich. El nombre Nicolás significa «el que vence», y Roerich significa «rico en gloria». Su padre era un prominente abogado y notario y Nicolás pasaba mucho tiempo cuando era joven en la gran propiedad campestre de la familia, Isvara, localizada a unas cincuenta millas al sureste de San Petersburgo. Allí, en la belleza del norte de Rusia, se encendió un amor por la naturaleza en el joven Nicolás que duraría toda su vida. En Isvara desarrolló una pasión por la caza y un ávido interés por la historia natural, la arqueología y la historia de Rusia. Le gustaba la música y montar a caballo.

Nicholas Roerich en Isvara (c. 1897)

Su padre quería que estudiara leyes, pero Nicolás quería entregarse al arte. Nicolás resolvió la situación inscribiéndose simultáneamente en la facultad de leyes de la Universidad Imperial y en la Academia Imperial de las Artes.

En 1898 Nicolás llegó a ser asistente del director del museo de la Sociedad para el Fomento de las Artes. En septiembre de 1900 fue a París a estudiar arte. En el verano de 1901 Nicolás regresó a San Petersburgo y en octubre se casó con Helena Ivanovna Shaposhnikova. Helena era una pianista consumada y llegó a ser considerada como una distinguida dama de letras y una escritora prolífica de la tradición esotérica oriental. Ella era su llama gemela, una inspiración y un apoyo para Nicolás en toda su vida. Nicolás y Helena tuvieron dos hijos, Yuri y Svetoslav.

A principios de 1900 los Roerich viajaron extensamente por Rusia y Europa. Durante estos viajes, el profesor Roerich pintó, emprendió excavaciones arqueológicas, estudió arquitectura, dio conferencias y escribió sobre arte y arqueología. En 1906 fue promovido de secretario a director de la escuela de la Sociedad para el Fomento de las Artes.

En 1907 comenzó a aplicar sus talentos al escenario y al diseño de vestuarios. Esto se convirtió en una profesión satisfactoria y llena de éxito para Roerich. Diseñó escenarios y vestuarios para el ballet de Diaghilev y producciones de ópera, como La consagración de la primavera, de Stravinsky, y para casi todas las óperas de Wagner y muchas de Rimsky-Korsakov.

La familia Roerich se marchó de Rusia hacia Finlandia en 1918, poco antes de que la frontera entre Finlandia y la Unión Soviética se cerrara permanentemente. A invitación del director del Instituto de Arte de Chicago, Roerich fue a los Estados Unidos en 1920. Viajó mucho, dio conferencias y exhibió sus obras. Durante su estancia en ese país, Roerich fundó el Instituto Maestro de las Artes Unidas, una sociedad internacional de artistas llamada Cor Ardens («Corazón Ardiente»), y un centro de arte internacional en Nueva York llamado Corona Mundi («Corona del Mundo»). Como tributo a Roerich, se estableció el Museo Roerich en Nueva York en 1923.

El último ángel, Nicolás Roerich (1912)

Obra de arte

Muchas de las obras de Roerich son escenas magníficas de la naturaleza, y sus temas están inspirados en la historia, la arquitectura y la religión. Sus pinturas son místicas, alegóricas e incluso proféticas. Entre 1912 y 1914 sus pinturas reflejaron con frecuencia un sentido de cataclismo inminente. Una de ellas, El último ángel (1912), representa una intensa conflagración que envuelve una ciudad; por encima de la ciudad, rodeado de ondeantes nubes de humo, un ángel con espada y escudo anuncia el Juicio Final. En 1936, justo antes de la Segunda Guerra Mundial, Roerich pintó Armagedón. Los tejados de una ciudad son visibles entre las nubes de humo, con las siluetas de soldados marchando en un primer plano por la parte baja del cuadro.

El estilo artístico de Roerich es difícil de describir porque, como lo expresó Claude Bragdon, pertenece a una fraternidad elegida de artistas –como da Vinci, Rembrandt, Blake y, en música, Beethoven– cuyas obras poseen «una cualidad única, profunda y realmente mística que las diferencia de sus contemporáneos, haciendo imposible clasificarlas en ninguna categoría conocida ni relacionarlas con escuela alguna, porque sólo se parecen a sí mismas; y se parecen entre sí, como una orden de iniciados ajena al espacio y al tiempo»[1].

Viaje al este

Nicolás Roerich recibió una gran influencia de la cultura oriental. Había deseado por mucho tiempo viajar a Oriente con el fin de estudiar la antigua cultura personalmente; y en 1923 zarpó hacia la India. Residió por un tiempo en Sikkim (entonces un reino colindante al noreste de la India) mientras hacía los últimos planes de una expedición a Asia Central. Roerich escribió sobre su fascinación con las montañas:

Todos los instructores viajaron a las montañas. El conocimiento más elevado, los cantos más inspirados, los más soberbios sonidos y colores son creados en las montañas. En las montañas más altas está lo Supremo. Las altas montañas son los testigos de la gran realidad[2].

¡Himalayas! Aquí está la Morada de los Rishis. Aquí resonó la sagrada Flauta de Krishna. Aquí tronó el Bendito Buda Gautama. Aquí se originaron todos los Vedas. Aquí vivió Pandavas. Aquí, Gesar Khan. Aquí, Aryavarta. Aquí está Shambala. Himalayas, Joya de la India. Himalayas, Tesoro del mundo. Himalayas, el sagrado Símbolo del Ascenso[3].

Tanto Nicolás como Helena Roerich tenían un gran interés por la filosofía y la religión orientales. Muchas de sus pinturas contienen deidades tanto orientales como occidentales, santos y sabios. Su serie «Estandartes de Oriente» refleja no sólo líderes espirituales del pasado sino las esperanzas de Oriente hacia un líder que ha de llegar. Roerich captó esas esperanzas en sus pinturas de Maitreya y la Madre del Mundo.

En 1925 Roerich comenzó su expedición a Asia Central con Helena, su hijo Yuri y varios acompañantes Europeos. Roerich escribió sus metas:

Por supuesto, como artista mi aspiración principal en Asia es hacia un trabajo artístico… Además de sus metas artísticas, nuestra expedición planeaba estudiar la posición de los antiguos monumentos de Asia Central, observar el actual estado de las religiones y los credos y anotar los rastros de las grandes migraciones de las naciones[4].

El grupo de Roerich recorrió 15 500 millas por Asia Central en una expedición ardua y con frecuencia peligrosa que duró más de cuatro años. A pesar de los abrumadores obstáculos, Roerich ejecutó cientos de pinturas durante el viaje.

Durante la expedición, Roerich descubrió leyendas y manuscritos que narraban el viaje que Jesús hizo a Oriente durante sus denominados años perdidos, entre la edad de doce y treinta años. El periodista ruso Nicolás Notovitch y Swami Abhedananda también hallaron los mismos manuscritos u otros parecidos en el monasterio de Himis, en Ladakh.[5]

Al final de la expedición a Asia Central en 1928, los Roerich se asentaron permanentemente en el valle Kulu de la India. Allí fundaron el Instituto de Investigación Himalayo Urusvati para el estudio de arqueología, lingüística y botánica.

La firma del Pacto Roerich en la Casa Blanca, 15 de abril de 1935

El Estandarte de la Paz

Una de las metas del empeño de toda una vida de los Roerich para conservar la herencia cultural del mundo llegó a fructificar en 1935, con la firma del tratado Pacto Roerich en la Casa Blanca por representantes de los países que formaban la Unión Panamericana. Bajo ese pacto, los países en guerra estaban obligados a respetar museos, universidades, catedrales y librerías tal como hacían con los hospitales. Igual que los hospitales tenían la bandera de la Cruz Roja, las instituciones culturales tendrían el «Estandarte de la Paz» de Roerich, una bandera de fondo blanco con tres esferas rojas en el centro, rodeadas por un círculo rojo. Roerich creía que al proteger la cultura, la salud espiritual de las naciones sería conservada.

Roerich fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1929 y en 1935 por sus esfuerzos en promover la paz internacional mediante el arte y la cultura y por proteger los tesoros artísticos en tiempos de guerra. La Segunda Guerra Mundial interrumpió sus actividades y las del Instituto de Investigación Himalayo Urusvati, y Roerich se dedicó a ayudar a las víctimas de la guerra. También donó fondos de la venta de sus pinturas y libros a la Cruz Roja Soviética.

En el verano de 1947 Roerich se sometió a una operación de corazón, pero pronto volvió a su caballete. Una de las últimas obras que Roerich pintó se llamó La orden del Maestro. En ella hay representada un águila blanca volando hacia un devoto que está meditando en la postura del loto sobre un alto risco, enfrente de un valle montañoso. El 13 de diciembre de 1947, mientras Roerich trabajaba en una variante de esta pintura, su corazón falló de repente y su alma remontó el vuelo hacia las octavas superiores. Tenía setenta y tres años de edad.

Nicholas Roerich, retrato de Svetoslav Roerich (1933)

Legado

A lo largo de su vida, Nicolás Roerich encontró el tiempo de involucrarse en una multitud de actividades y de hacerlas todas bien. Su vida espiritual fue un manantial del que surgió su visión literaria y artística. En un artículo sobre el carácter y la obra de su padre, Svetoslav Roerich resumió la búsqueda del artista de la espiritualidad interior:

Era un gran patriota y amaba su patria, pero pertenecía a todo el mundo y todo el mundo era su campo de actividad. Cada raza humana era para él una raza hermana, cada país era un lugar de interés especial y de una importancia especial. Cada religión era un sendero hacia lo Supremo y para él la vida significaba las grandes puertas hacia el Futuro… Cada esfuerzo suyo estaba dirigido hacia la realización de lo Hermoso y sus pensamientos hallaron una encarnación maestra en sus pinturas, escritos y vida pública…

En todas sus pinturas y todos sus escritos se encuentra el hilo de un gran mensaje: el mensaje del Instructor llamando a los discípulos al despertar y al esfuerzo hacia una nueva vida, una mejor vida, una vida llena de belleza y realización[6].

Su servicio como maestro ascendido

El maestro ascendido Nicolás Roerich nos dice:

Agradezco poder dirigirme a vosotros hoy, hablar con vosotros desde el plano de los maestros ascendidos para que podáis saber que uno de entre vosotros se ha graduado hasta este nivel y que vosotros podéis lograr lo mismo. Nunca os canséis, por tanto, del trabajo que es vuestro dharma, vuestro deber de ser la plenitud de vosotros mismos. Nunca os sintáis frustrados por ser malinterpretados ni por ir por delante de vuestra época en la comprensión de las estrellas, los universos, las montañas y los pétalos de una flor. Realmente he luchado la buena batalla, y he ganado[7]

Nos pide que lo llamemos y enfatiza el uso de la llama violeta:

Os pido, chelas de los maestros ascendidos, que incluyáis mi nombre en vuestros decretos y preámbulos, puesto que trabajo de cerca con El Morya, K.H. y D.K., y Lanello. Trabajo de cerca con ellos para reunir a todos los que están en el sendero del fuego sagrado[8].

Para más información

Para obtener más información sobre Nicholas Roerich y su magnífica obra de arte, consulte el sitio web del Museo Nicholas Roerich, Nueva York, www.roerich.org.

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “Nicolás Roerich”.

  1. Claude Bragdon, Introduction, in Nicholas Roerich, Altai-Himalaya: A Travel Diary (Introducción, en Nicolás Roerich, Altai-Himalaya: diario de viaje) (Brookfield, Conn.: Arun Press, 1929), pág. xix.
  2. Nicolás Roerich, Himalayas: Abode of Light (Himalayas: morada de luz) (Bombay: Nalanda Publications, 1947), pág. 21, en Jacqueline Decter, Nicholas Roerich: The Life and Art of a Russian Master (Nicolás Roerich: la vida y arte de un maestro ruso) (Rochester, Vt.: Park Street Press, 1989), pág. 141.
  3. Nicolás Roerich, Himalayas, pág. 13, en Decter, Nicholas Roerich, pág. 203.
  4. Nicolás Roerich, Heart of Asia (Corazón de Asia) (New York: Roerich Museum Press, 1929), págs. 7, 8.
  5. Roerich, Notovitch y Abhedananda publicaron independientemente sus traducciones de estos textos que describen el viaje de Jesús a Oriente. Los tres relatos están incluidos en Elizabeth Clare Prophet, Los Años Perdidos de Jesús: Pruebas documentales do los diecisiete años en que Jesús viajó a Oriente.
  6. Svetoslav Roerich, “My Father (Mi padre)”, en Nicholas Roerich (New York: Nicholas Roerich Museum, 1974), pág. 15.
  7. Nicolás Roerich, “Be the Unextinguishable Ones! (¡Sed los inextinguibles!)”, Perlas de Sabiduría, vol. 33, núm. 44, 11 de noviembre de 1990.
  8. Ídem.