Elemental del cuerpo

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Ser de la naturaleza (por lo común invisible, opera sin ser notado en la octava física) que sirve al alma desde el momento en que encarna por primera vez en los planos de la Materia para asistir al cuerpo físico.

Mide alrededor de un metro y se parece al individuo al que sirve; el elemental del cuerpo, que trabaja junto al ángel de la guarda al mando del Yo Crístico regenerador, es el amigo y ayudante invisible del hombre.

Ese dedicado servidor es el compañero constante del hombre a lo largo de sus numerosas encarnaciones.

La función del elemental del cuerpo en el nacimiento de un niño

Trabaja bajo la dirección del Yo Crístico y de la Presencia YO SOY, ante quien se inclina como el Gran Regenerador de la Vida; el elemental del cuerpo es el que hace descender a la manifestación física el patrón electrónico y el proyecto original etérico de la corriente de vida. Desde el momento en que los Señores del Karma anuncian el renacimiento y tiene lugar la concepción, el elemental del cuerpo del alma entrante suma esfuerzos con los elementales del cuerpo del padre y de la madre, formando una trinidad en acción que sigue órdenes, con el fin de aunar las energías del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en cada célula del embrión en desarrollo[1].

Desde el momento en que se corta el cordón umbilical y la llama trina es encendida por el Espíritu Santo, que sopla en su nariz el aliento de vida, hasta que se extingue al final del ciclo terrenal, el elemental del cuerpo sirve a las necesidades del alma que evoluciona en el plano físico, al igual que las huestes angélicas sirven a sus necesidades en los planos emocional y mental.

La labor del elemental del cuerpo

El elemental del cuerpo es siempre un imitador de los estados de ánimo y órdenes del individuo. Ya sea que el hombre decrete «estoy bien» o «estoy enfermo», «me siento bien» o «me siento mal», el elemental del cuerpo es el genio que aparece para hacer realidad su deseo, siendo el karma del hombre su única limitación.

El elemental del cuerpo es el compañero de juegos que los niños a menudo ven y que los padres han llegado a aceptar como parte de su mundo de fantasía. Este ayudante invisible, al vestirse según sea la conciencia del individuo, se coloca las vestimentas que se asemejan más a la cualidad predominante que expresa actualmente la corriente de vida o alguna que sobresale del pasado.

Ya sea que reconozca o no la existencia del elemental del cuerpo y la responsabilidad que recae sobre sí de tratar con justicia a su sirviente, este recibe sus órdenes y actúa conforme a su voluntad. Todos los pensamientos y sentimientos del hombre se transfieren electrónicamente a él, quien los manifiesta de inmediato en las células de su templo corporal. Así, el hombre a menudo se enferma al enfermar en primer lugar su elemental del cuerpo. Él adiestra a su sirviente a pensar y a sentir de forma negativa y su sirviente obedece. En tanto que las dudas y los miedos del hombre paralizan por completo al elemental del cuerpo, una actitud positiva hacia la vida lo libera para establecer la salud y el bienestar del hombre.

Así como los silfos y las salamandras, los gnomos y las ondinas se encorvan por el peso de los efluvios planetarios, también los elementales del cuerpo de la humanidad quedan gravemente perjudicados por la conciencia de las masas. Si el individuo es poseído por demonios o está sometido a una influencia negativa, el elemental del cuerpo no puede ayudar, sino que queda afectado. Así pues, un cuerpo físico enfermizo puede manifestar el síntoma de la contaminación del aura y del control de la conciencia por fuerzas desvinculadas del Cristo. A menos que se desafíen en el nombre del Cristo, esos intrusos pueden impedir al elemental del cuerpo realizar con eficacia su servicio. Al ser la prevención la cura mejor y más segura, le incumbe al hombre realizar invocaciones diarias al Yo Crístico para la libertad y protección del elemental del cuerpo de toda interferencia exterior y de todo lo que no sea de la Luz.

La fuente de energía que el elemental del cuerpo emplea para atender al cuerpo físico es la propia llama del corazón del hombre y las emanaciones de luz de los chakras. Si estos centros, que sirven para distribuir la energía desde el corazón hasta los cuatro cuerpos inferiores, están cubiertos de efluvios astrales, se entorpecen los intentos del elemental del cuerpo de producir perfección en el plano físico. Cuanta más luz haya bajado el individuo al campo de fuerza de su ser, más luz tendrá el elemental del cuerpo para trabajar mientras él guarda la llama sobre el altar del templo corporal.

Eres el maestro de tu elemental del cuerpo. A medida que le das información positiva en lugar de quejarte negativamente, serás mucho más feliz, más saludable y más santo, y también lo será tu elemental del cuerpo. Y, por supuesto, los elementales del cuerpo no pueden hacer el mejor trabajo, aunque les gustaría, si no les das la mejor comida y ejercicio, enseñanza y prácticas espirituales.

La inmortalidad del elemental del cuerpo

A diferencia de los otros elementales, el del cuerpo disfruta de una clase de inmortalidad. Creado simultáneamente al cuerpo físico del hombre, se convierte en una parte de la conciencia del alma en evolución a medida que obtiene experiencia en el plano de la Materia. Entre las encarnaciones del alma, el elemental del cuerpo se identifica con el homólogo etérico y se prepara junto con el alma para la siguiente encarnación. Recargado por el Yo Crístico para el servicio futuro, el elemental del cuerpo asume la forma de la polaridad a veces cambiante —masculina o femenina— del cuerpo en el que el alma habitará.

El elemental del cuerpo logra la inmortalidad solo cuando el alma alcanza la ascensión. Al no haber ya necesidad de un cuerpo físico, el alma no necesita más de sus servicios, de modo que el elemental del cuerpo se libera asimismo de las rondas de reencarnación y las cargas de la densidad humana. Al haberlo conseguido mediante el servicio, puede ser retenido por el Maestro Ascendido como una ayuda inmortal. Las llamas gemelas ascendidas, cada una en posesión de tal amigo, forman un cuarteto espiritual. El lazo inmortal entre el Maestro y su ayudante no tiene igual en la escena humana excepto, tal vez, en la lealtad de Damon y Pitias.

Hacer a un lado al cuerpo

Incluso los yoguis superiores han tenido momentos de gran carga y dolor al dejar su cuerpo al llegar su final samadhi, cuando el alma se va para siempre y no regresa. A esto se le llama mahasamadhi. Casi todos (con la excepción de aquellos que sufren un desapego psicológico severo de sí mismos y del cuerpo) desarrollan un apego emocional al cuerpo. Después de todo, este es el cuerpo que hemos usado y con el que hemos trabajado, el cuerpo que ha provisto el templo para nuestra alma y el medio por el cual experimentamos placer y dolor en este plano, equilibramos nuestro karma y hacemos buenas obras.

Entonces decimos: “¡Bendito sea el lazo que nos une a la Tierra cuando necesitamos estar unidos a la Tierra para cumplir con nuestra razón de ser y bendito sea el poder liberador de Shiva! cuando es el momento "de responsabilizarse de esta vida mortal". Las emociones conectadas con nuestro apego al cuerpo son naturales, y debes ser consciente de que tu elemental del cuerpo tiene una conciencia y su conciencia impregna el cuerpo físico.

No confundas los miedos de tu elemental del cuerpo con los tuyos. Tu elemental del cuerpo también está unido al cuerpo, porque ese es su trabajo. Cuida el cuerpo. ¡No más cuerpo, no más trabajo! Entonces se pregunta a dónde irá y qué hará cuando hagas a un lado al cuerpo en tu encarnación final. Tienes que consolar a tu elemental del cuerpo como lo harías con un niño pequeño y prometerle que lo llevarás contigo a la próxima octava porque ha sido un servidor muy fiel. Dile que aún puede ser tu asistente personal después de que hayas ascendido y tendrá muchas tareas.

Véase también

Elementales

Para más información

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, El sendero del Yo Superior, capítulo 7.

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Saint Germain Sobre Alquimia: Fórmulas para la autotransformation.

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, El sendero del Yo Superior, capítulo 7.

Perlas de Sabiduría, vol. 35, núm. 30, 2 de julio de 1992.

  1. Cuando no está presente el padre, su Yo Crístico dirige los rayos de luz a la madre para asistirla en el desarrollo del hijo.