Transfiguración

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La transfiguración de Jesús, Carl Heinrich Bloch

La transfiguración es una iniciación en el sendero de la ascensión que tiene lugar cuando el iniciado ha alcanzado un cierto equilibrio y expansión de la llama trina.

La transfiguración tiene lugar antes de la crucifixión y es una preparación para ella. La luz de la transfiguración desciende para que podamos tener el modelo de perfección impreso en nuestros cuatro cuerpos inferiores, para que podamos resistir, en la hora de la crucifixión, el gran peso en el plano físico que se coloca sobre nosotros a medida que pasamos por las catorce estaciones de la cruz. El modelo que se libera a través de la transfiguración se imprime sobre nosotros una vez más a través del ritual de la resurrección cuando hemos demostrado la victoria sobre la muerte.

Las iniciaciones que siguen al juicio final

El juicio final es el ritual por el cual deben pasar los hijos e hijas de Dios en preparación para la prueba final del fuego sagrado y su reunión final con la Presencia Divina. Este es el juicio que está reservado para los benditos Hijos Siervos a que se mencionan en Libro del Apocalipsis, que «menospreciaron sus vidas hasta la muerte». [1] El Templo de la Ascensión en Luxor es el lugar preparado para el juicio final de aquellos que pasaron por las aulas de la Tierra y se ganaron el derecho de sentarse a la diestra de Dios.[2]

Si por una razón u otra el discípulo que se ha ganado su ascensión no puede ascender directamente desde el plano físico al llegar al final de su última encarnación, es llevado al Templo de la Ascensión en sus cuerpos más sutiles donde se realiza la ceremonia de la ascensión. En muy pocos casos, las iniciaciones se dan a aquellos que todavía tienen un cuerpo físico.

El Templo de la Ascensión en el río Nilo en Egipto es una parte del retiro en Luxor, que es presidido por Serapis Bey. A pocas millas del foco hay una pirámide, también superpuesta con actividad etérica. Aquí, en la habitación superior de la pirámide, se encuentra la Cámara del Rey, donde tienen lugar las iniciaciones de la transfiguración y la resurrección.

La transfiguración de Jesús

La iniciación de la transfiguración es preliminar a la resurrección porque implica la eliminación previa de la sustancia mal cualificada que queda en el campo de fuerza del candidato a la Cristeidad, el equilibrio final de la llama trina, la alineación de los cuatro cuerpos inferiores, la victoria del caduceo y la elevación del Átomo Simiente.

Jesús dio una demostración pública de esta iniciación cuando se transfiguró delante de los discípulos con Moisés y Elías. El registro de este evento ha sido conservado en tres de los evangelios:

Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías: quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él.[3]

Jesús demostró la transfiguración para darle a sus discípulos una probadita del reino de Dios y para prepararlos para que experimentaran esa misma transfiguración final en su propio cuerpo y alma. Para lograrlo, el Maestro los transportó a una dimensión superior de la conciencia de Dios y partió el velo para que pudieran ver personajes divinos y un evento divino que normalmente los mortales no pueden atestiguar.

La transfiguración

Descripción de la transfiguración

Transfigurar significa «cambiar la forma o la apariencia de alguien o algo; para transformar o glorificar». La transfiguración toma lugar cuando el Padre Supremo, que se manifiesta través de la Presencia de Dios individualizada del discípulo, ordena al núcleo de fuego blanco en el corazón de cada célula y átomo de sus cuatro cuerpos inferiores que se expanda y maximice el brillo de la luz. Esta orden es dada en respuesta a la invocación por parte del iniciado del equilibrio final de su llama trina. Se da porque está supremamente listo para la transfiguración.

A medida que se liberan las energías atómicas desde el interior del núcleo de su propio ser, el poder del Imán del Gran Sol Central fluye a través de la corriente de vida, elevando la frecuencia vibratoria de los átomos y de las células, alineando sus cuatro cuerpos inferiores con el modelo divino. Mientras esto ocurre, el imán atrae a sí mismo el resto de la sustancia mal calificada alojada entre los átomos y los electrones. Finalmente, los fuegos de los siete anillos que rodean al átomo semilla (la Kundalini) se activan, intensificando la acción del caduceo; el foco del Imán del Gran Sol Central en el la piedra imán de la Presencia extrae el átomo semilla del chakra de la base que se eleva por la columna vertebral. A medida que asciende, abre cada chakra a su máxima capacidad, liberando el ímpetu del Espíritu Santo a los cuatro cuerpos inferiores.

Ascendiendo a través de los planos de la materia y el espíritu hasta el chakra de la coronilla, el átomo semilla (la Madre Divina) se une con la piedra imán (el Padre Divino); y el loto de mil pétalos se abre. En el momento en que la unión del Dios Padre-Madre toma lugar, se produce la mayor liberación de la Luz del Cristo a través del cáliz del corazón, y la transfiguración se completa.

Dentro de la dimensión de su identidad Crística, el hombre es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Tiene visión esférica, su semblante brilla en la plenitud de la gloria del Cristo, su sangre se convierte en luz dorada líquida: es el que ha conquistado la mortalidad. Libre por fin de la esclavitud de la carne, puede mantener la vida en su cuerpo físico durante cientos de años como Saint Germain y otros maestros ascendidos lo han hecho, o puede avanzar por unos días o semanas para pasar por el ritual de la resurrección. Pues, cuando Dios en el hombre ya no aparece como hombre, sino como Dios, podemos contemplar que el hombre se ha transfigurado.

La llama en el corazón de cada célula y átomo es en realidad una llama trina en miniatura. A medida que las plumas de los millones de llamas trinas se expanden en respuesta al ímpetu del Gran Imán, provienen de la base de cada célula como las flores aletargadas saludan el calor del sol. Girando hacia arriba, siguen la forma esférica de la célula y luego regresan desde el polo norte de la célula a lo largo del eje central hasta el polo base, formando un corazón: el corazón diamantino. Esta acción de las llamas dentro de las células significa la transferencia de los patrones del Ser Crístico para que se manifiesten en los cuatro cuerpos inferiores. Por lo tanto, encontramos que la imagen del Cristo está destinada a ser retratada dentro de cada célula. Él es el Sol Central de cada universo microcósmico dentro del cuerpo del hombre.

Si la transfiguración no se ha producido antes de que el discípulo llegue a Luxor, o antes de su transición del plano físico al plano etérico, ocurrirá en algún momento después del ritual del Juicio Final. En los casos en que la Ley requiere que la transfiguración tome lugar inmediatamente después del ritual, el discípulo es llevado directamente desde la corte a la habitación más alta de la Pirámide. Allí lo dejan solo para comulgar con el Padre; y cuando su conciencia emerge con la de la Realidad Universal, su transfiguración toma lugar.

Los ángeles guardianes, y los poderosos serafines que están presentes en todas partes en Luxor, vigilan al discípulo durante la experiencia de la transfiguración para evitar la interferencia de los impulsos acumulados negativos de la conciencia de las masas que se posicionan en contra del Cristo en cada hombre. Su protección le permite al discípulo concentrarse completamente en su iniciación y usar toda su capacidad para sintonizarse por completo con su Presencia Divina y con el Imán del Gran Sol Central.

El significado de la transfiguración

Jesús describe el significado de la transfiguración para el discípulo en el sendero:

La transfiguración es el medio legado por la conciencia Divina para liberar al hombre de (1) todas las manipulaciones y cambios degradantes diseñados para retrasaar la evolución de la raza, y (2) de todo lo que no está en completa unidad con la esencia original de Dios mismo, y con el fuego sagrado de la Poderosa Presencia YO SOY.

A través de la aceleración de los anillos electrónicos de fuego de la Presencia, que ocurre durante la iniciación de la transfiguración, los individuos son «elevados» en vibración y cubiertos con el vestido sin costuras[4] de luz electrónica. Esta luz transfiguradora viene desde el corazón de Dios y pasa a través de toda ilusión y densidad humanas, las cuales, sombría y astutamente, procuran ocultar a la mirada de ellos, con mil seducciones y subterfugios, la divinidad latente en la simiente de Cristo.

Cuando esta acción de la transfiguración ha sido iniciada por la Presencia y recibida por el alma en la plenitud de su conciencia Divina, el discípulo entra en un estado de conciencia en el cual no se vuelve a considerar ya a sí mismo como cristiano, judío, budista, mahometano, o miembro de una secta religiosa separada. Tampoco es ya consciente de características raciales impresas en la forma exterior. Por el contrario es la alegría de la divina y bendita experiencia de la transfiguración, él es uno (como YO SOY) con la luz blanca, pura y electrónica del fuego sagrado de Dios. Esta es la verdadera iniciación que el Espíritu Santo otorga a través del Santo Ser Crístico de cada quién.

El efecto de la luz de Dios sobre la conciencia del hombre es un gran gozo y una gran paz. Cuando la luz y el fuego de Dios fluyen hacia él como un río de Vida transparente como el cristal,[5] eliminando las impresiones anteriores de infelicidad, ¡la gloria y la libertad que siente son ilimitadas!

Cada hijo de Dios puede y debe pasar a través de la iniciación de la transfiguración no sólo como un ritual de la pascua, sino como la experiencia de estar en la cima de la montaña con los Maestros Ascendidos Moisés y Elías y conmigo mismo, testificada por los apóstoles y que sólo se vive una vez en la vida. Este es el regalo de Dios para cambiar permanentemente la vida de uno y preparar al alma para las iniciaciones sucesivas en el sendero de la Cristeidad, si ha de alcanzarse la resurrección.

El poder de la transfiguración para cambiar una vida ejemplifica la acción del fuego sagrado, cuya luz transformadora es la hacedora de milagros día tras día, hasta que el alma y los cuatro cuerpos inferiores del discípulo están preparados para la culminación de la transfiguración social.

Aquellos que demuestran la Ley del Amor paso a paso, descienden la montaña y salen (regreso a servir en los niveles humanos) mejor equipados para prestar ayuda verdadera a sus propios amigos, a sus seres queridos, y a un mundo que clama como nunca antes de ser llenado con rectitud (righteouness), el conocimiento del «uso correcto» (right use) de todos los poderes de Dios. Éstos son en verdad los mansos que, llenos de fortaleza divina, heredarán la tierra.[6]

Véase también

Juicio Final

Crucifixión

Resurrección

Para más información

Jesús y Kuthumi, Corona Class Lessons: For Those Who Would Teach Men the Way, págs. 113–43.

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Saint Germain Sobre Alquimia: Fórmulas para la autotransformation.

Elizabeth Clare Prophet, 27 de enero de 1974.

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, The Path to Immortality (El sendero hacia la inmortalidad), págs. 232–33, 239–41.

Jesús y Kuthumi, Corona Class Lessons: For Those Who Would Teach Men the Way, inserto «Curación a través de la transfiguración».

  1. Rev. 12:11.
  2. Mateo 25:41.
  3. Lucas 9:29-32; Marcos 9:2-4; Mateo 17:2-3.
  4. Mateo 17:2; Marcos 9:3: Lucas 9:29; Juan 19:23
  5. Apocalipsis 22:1.
  6. Jesús y Kuthumi, Corona Class Lessons: For Those Who Would Teach Men the Way, pág. 163-165.